jueves, 13 de agosto de 2015

Líderes innovadores, equipos innovadores

Desarrollar una cultura  de la innovación no es una tarea fácil, requiere que las organizaciones y quienes las encabezan promuevan y diseñen procesos que den pie a una actitud de mejora continua y de progresos sistemático en las tareas.


Siempre he creído que la innovación realmente existe cuando se aplica a las tareas cotidianas, a las acciones que parecen simples y rutinarias, es allí donde hay que demostrar que se puede mejorar.
Ximo Salas especialista en capital humano, cita tres acciones claves para detonar la innovación, las cuales les comparto para poder hacer nuestras propias conclusiones.


Crear un entorno donde los empleados aprendan a aprender. Es increíble lo tormentoso que se vuelve en muchas organizaciones crear conocimiento, y no porque no exista el talento para ello, sino más bien porque no se cuenta con los modelos para sistematizar el conocimiento. Todos los días se hacen actividades, se toman decisiones, se diseñan estrategias, pero muchas veces no hay una constancia y un registro adecuado que permita a los equipos de trabajo fijar un conocimiento sólido y permanente. Es lamentable que se pierda tanto conocimiento en las instituciones por no dejar constancia de lo que realiza exitosamente. El conocimiento tácito no es suficiente, hay que socializarlo, hacerlo explícito para que entonces quede al alcance de todos los involucrados y produzca beneficios colectivos.


Aprender haciendo. Es una metodología básica, el sistema académico de países desarrollados ha comprobado que no hay mejor manera de aprender que haciendo las tareas. Así que no se trata de hacer grandes descubrimientos, más bien es volver a los básico, y generar prácticas que ayuden a los integrantes del equipo a practicar, practicar y practicar, eso ayuda no solo aprender sino a evolucionar en los procesos formativos.


Y tercero, debemos ser capaces de pensar, construir y ofrecer formación personal y profesional de interés para las personas de nuestra organización. La rutina y las exigencias cada vez más intensas nos rebasan y dejamos de lado el diseño de políticas de entrenamiento exitoso a nuestros equipos. No hay tiempo para la formación porque los objetivos son cada vez más ambiciosos, sin embargo, dejar de lado el aprendizaje continuo es el camino seguro para restar motivación y ánimo de innovación de las personas.


Ejercer un liderazgo efectivo, requiere que construyamos escenarios de innovación permanente, desarrollar habilidades y competencias para hacer de las tareas cotidianas acciones relevantes que marquen ventajas competitivas sólidas para ganar ventajas en la globalización cultural.



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