jueves, 22 de octubre de 2015

Las redes virtuales que cambian la concepción de la generación de liderazgos


Aprovecho esta columna para destacar los valores positivos de los medios sociales digitales, los cuales para muchos de nosotros están enfocados en la gestión de un conocimiento que se produce como fruto de la amplia y activa participación de los individuos como generadores responsables del conocimiento. Para dar utilidad a estos procesos de generación y compartimento de la información, en el ámbito de las organizaciones, los enfoques de gestión del conocimiento buscan  conectar las interacciones dinámicas y fluidas de los individuos en las comunidades informales de las redes sociales, con la estabilidad y la institucionalización, propias del ambiente formal de las organizaciones. El reto de generar aprendizaje desde una interacción virtual y que éste conocimiento sea llevado a la vida real de una institución, cualquiera que sea su tipo.


Con ese fin, el análisis del conocimiento explora una nueva perspectiva de estudio, la creación de conocimiento surgido de la colaboración entre organizaciones. De esta manera, el nuevo modelo de conocimiento se refrenda al amparo de las teorías de la creación del conocimiento organizacional. Dichas teorías contemplan la estructuración del proceso de desarrollo colectivo de conocimiento en fases, que no se suceden de una manera estrictamente secuencial, sino de una manera, más o menos regular y diversificada.


En las redes, la “cooperación” supera a la “colaboración”, por lo cual, resulta fundamental generar procesos de cooperación profundos que hagan la diferencia al momento de poner en práctica nuevos conocimientos.


•La colaboración: Tiene lugar en torno a algún tipo de ‘plan’ o ‘estructura’.


•La cooperación: Implica la libertad de las personas para unirse y participar. La cooperación es, pues, un motor de la creatividad. Que se ve fortalecido por la motivación intrínseca, la confianza y la transparencia de las personas que trabajan conectadas en red.


Así, mientras la red permite este tipo de cooperación que acabamos de plantear, las jerarquías tradicionales de las organizaciones, las obstaculizan. Por esta razón, nuestro futuro próximo está ligado al trabajo en redes y no a las jerarquías que conocemos. Las redes pueden establecer multi-circuitos personalizados entre los diferentes estamentos que intervienen en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje. Por ello, las empresas, las organizaciones económicas y las instituciones educativas, tal y como las concebimos hoy, tienen los días contado, necesitan transitar a nuevos esquemas de trabajo y crecimiento. La red no se ordena según los preceptos de la jerarquía actual; antes bien, es al contrario, hasta este momento, lo importante era el OBJETO; mientras que, de ahora en adelante, lo será el SUJETO.



Esto desarrollará en los sujetos habilidades de percepción, apertura, empatía, de tal manera que podamos hacer de la suma de talentos un capital humano mucho más adecuado a las demandas de la globalización. Los líderes modernos usan y aprovechan las redes virtuales para concretar acciones que se puedan vivir en los escenarios reales. La generosidad en las redes replicará en amplios beneficios en el mundo real.

jueves, 15 de octubre de 2015

El manejo de las emociones, una competencia digna de desarrollar


Desde pequeños fuimos seriamente entrenados para memorizar, para ser ordenados, para no cometer faltas de ortografía o resolver funciones matemáticas, la disciplina con la que crecimos muchos, era considerada la llave del éxito en la edad adulta. Y en la etapa adulta, nuestra educación fue complementada con una especialización técnica profesional.


Sin embargo pasaron por alto la formación y el entrenamiento en el manejo de las emociones, de las habilidades personales que sin duda son una clave para el desarrollo de los individuos, nos ha faltado la capacidad de auto motivarnos, de aprender a desaprender, de generar una actitud de innovación y adaptación al cambio que cada vez es más vertiginoso.


La psicología positiva ha mostrado evidencias de la importancia que tiene para las personas el desarrollo de su espíritu creativo, de su necesidad de ser solidario, de la capacidad para establecer relaciones interpersonales sanas en los diversos aspectos de la vida. El éxito personal y profesional es una combinación de competencias y habilidades que no solo se aprenden en la escuela, ni se evalúan con una calificación numérica. El reto de la actualidad es reinventarse, reprogramarse constantemente para poder atender las demandas de la era globalizada.


Los nuevos escenarios volátiles han demostrado que la experiencia y el conocimiento que habían sido tradicionalmente considerados las claves del éxito profesional, hoy ocupan un segundo plano, han sido sustituidas por características personales que se consideran más relevantes en la dinámica social moderna.


El sicólogo David McClelland, padre de las competencias, terminó por comprobar que lo que distingue a los mejores no son sus conocimientos, sino sus competencias. Daniel Goleman, considerado el pionero del concepto “inteligencia emocional”, nos mostró que la inteligencia que contaba para el éxito no era la general que se media por un coeficiente, sino la inteligencia emocional y que el manejo adecuado de las emociones tiene un gran impacto en el éxito personal.


Hay investigaciones reveladoras de grandes psicólogos cómo Seligman y Csikszentmihalyi, Sheldon o King, que desde corrientes como la Psicología Positiva, demuestran cómo nos enfrentamos a la realidad más compleja y cuánta destreza hemos desarrollado de adaptación al entorno: dando paso al concepto de la resiliencia. No se trata de no tener problemas, más bien se trata de cómo los enfrentamos, los resolvemos y aprendemos de ellos. Este tipo de cualidades son las que permiten elevar el bienestar de las personas y su calidad de vida.


La ciencias sociales en los últimos años están centrándose en este tipo de competencias y habilidades que tiene que ver más con favorecer el desarrollo de las capacidades humanas, para que la vida sea más creativa, productiva y con relaciones interpersonales más sanas.



Las claves del éxito profesional en la era del cambio continuo están relacionadas con la innovación de nuestro entorno, con nuestra capacidad de adaptación personal para llevar nuevas ideas al terreno de la realidad y poder generar estilos de liderazgo más exitosos.  

jueves, 1 de octubre de 2015

Los líderes que construyen culturas ganadoras

Para nadie es un secreto que la cultura organizacional constituye uno de los pilares fundamentales de una institución, de ella emanan las prácticas y valores que definen la conducta y el proceder de los equipos de trabajo. Por tal motivo resulta fundamental consolidar una cultura ganadora que impacte significativamente en el quehacer institucional. Los estudiosos de la materia, refieren algunas recomendaciones para poder afianzar prácticas deseables dentro de las empresas:


Mantener las promesas, nada resulta peor que la pérdida de credibilidad de los líderes ante compromisos incumplidos.


Dejar por escrito los valores de la empresa, garantizar que los clientes y externos los conozcan y los recuerden permanentemente.


Menos pensar y más acción. La parálisis de las acciones, matan cualquier intención de dinamismo e innovación.


Priorizar. Tener claro qué es lo más importante dentro de la empresa y ejecutarlo.


Contagiar a la organización de energía positiva. Un líder define el tono y la fuerza de sus discursos, además debe contagiar a su equipo y transmitir un ánimo positivo y favorable para el logro de los objetivos.


Todo profesional desea formar parte de algo más grande, de una empresa que no solo presta un servicio o vende un producto, sino que representa un valor significativo en el entorno en el que se encuentra. Ello abona a la identidad y orgullo por la empresa.


Fijar de manera clara las expectativas que se quieren alcanzar, pero también las recompensas que se obtendrán si la tarea está bien lograda.


Eliminar las actitudes negativas, dejar de lado las excusas y los pretextos y privilegiar los resultados y la gestión del cambio.


Usar de forma distinta los pronombres, dejar de lado el “yo”, o el “ellos” Reforzar el ánimo de “nosotros”


Compartir, celebrar y agradecer los éxitos, si algo funciona adecuadamente hay que decirlo, compartirlo con el equipo y mantener una actitud de agradecimiento permanente.


El líder es uno más del equipo, así hay que dejarlo sentir, que los compañeros sepan que las jerarquías son para efectos de orden y estructura, pero que en la operación diaria, todos nos ayudamos y somos parte de un mismo proyecto.



Tales consideraciones se escriben fácilmente, pero su implementación requiere de un enorme reto para los líderes transformadores, sin embargo ellos saben, que para alcanzar resultados valiosos, es necesario reforzar valores y conductas positivas, disruptivas e innovadoras.