Desde
pequeños fuimos seriamente entrenados para memorizar, para ser ordenados, para
no cometer faltas de ortografía o resolver funciones matemáticas, la disciplina
con la que crecimos muchos, era considerada la llave del éxito en la edad
adulta. Y en la etapa adulta, nuestra educación fue complementada con una
especialización técnica profesional.
Sin
embargo pasaron por alto la formación y el entrenamiento en el manejo de las
emociones, de las habilidades personales que sin duda son una clave para el
desarrollo de los individuos, nos ha faltado la capacidad de auto motivarnos,
de aprender a desaprender, de generar una actitud de innovación y adaptación al
cambio que cada vez es más vertiginoso.
La
psicología positiva ha mostrado evidencias de la importancia que tiene para las
personas el desarrollo de su espíritu creativo, de su necesidad de ser solidario,
de la capacidad para establecer relaciones interpersonales sanas en los
diversos aspectos de la vida. El éxito personal y profesional es una
combinación de competencias y habilidades que no solo se aprenden en la
escuela, ni se evalúan con una calificación numérica. El reto de la actualidad
es reinventarse, reprogramarse constantemente para poder atender las demandas
de la era globalizada.
Los
nuevos escenarios volátiles han demostrado que la experiencia y el conocimiento
que habían sido tradicionalmente considerados las claves del éxito profesional,
hoy ocupan un segundo plano, han sido sustituidas por características
personales que se consideran más relevantes en la dinámica social moderna.
El
sicólogo David McClelland, padre de las competencias, terminó por comprobar que
lo que distingue a los mejores no son sus conocimientos, sino sus competencias.
Daniel Goleman, considerado el pionero del concepto “inteligencia emocional”,
nos mostró que la inteligencia que contaba para el éxito no era la general que
se media por un coeficiente, sino la inteligencia emocional y que el manejo
adecuado de las emociones tiene un gran impacto en el éxito personal.
Hay
investigaciones reveladoras de grandes psicólogos cómo Seligman y
Csikszentmihalyi, Sheldon o King, que desde corrientes como la Psicología
Positiva, demuestran cómo nos enfrentamos a la realidad más compleja y cuánta
destreza hemos desarrollado de adaptación al entorno: dando paso al concepto de
la resiliencia. No se trata de no tener problemas, más bien se trata de cómo
los enfrentamos, los resolvemos y aprendemos de ellos. Este tipo de cualidades
son las que permiten elevar el bienestar de las personas y su calidad de vida.
La
ciencias sociales en los últimos años están centrándose en este tipo de competencias
y habilidades que tiene que ver más con favorecer el desarrollo de las
capacidades humanas, para que la vida sea más creativa, productiva y con
relaciones interpersonales más sanas.
Las
claves del éxito profesional en la era del cambio continuo están relacionadas
con la innovación de nuestro entorno, con nuestra capacidad de adaptación
personal para llevar nuevas ideas al terreno de la realidad y poder generar
estilos de liderazgo más exitosos.
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