Poner
énfasis en lo que somos y en lo que queremos es una premisa fundamental para
concretar objetivos. Los valores, conductas, normas de acción, en general la
filosofía de trabajo son rasgos que dan fuerza a las culturas corporativas. Es
menester de los líderes promover, reforzar y alinear permanentemente los
valores de la empresa y de las personas que la integran, generar acciones
congruentes y perfiles adecuados que dentro y fuera de la organización
practiquen hábitos saludables de trabajo y de vida.
Los
especialistas en desarrollo organizacional insisten en algunos pasos que
parecen sencillos pero que en la práctica son claves para posicionar la cultura
de las organizaciones:
Haz
lo que dices que eres, no hay mayor obstáculo de éxito que la falta de congruencia,
es frecuente escuchar mensajes que distan mucho de las acciones reales que se
practican, es necesario que el discurso escrito en la filosofía institucional
tenga una lógica con las acciones emprendidas en cada parte de la operación.
Resalta
valores como la transparencia y la honestidad, en medio de los altos niveles de
corrupción, impunidad y descrédito de las instituciones, una organización que
trabaja con claridad y rendición de cuentas se convierte en un oasis atractivo
y poderoso.
Los
líderes transformadores son capaces de crear espacios atractivos en el trabajo,
entornos en los cuales los clientes internos y externos se sientan orgullosos
de pertenecer o tener vínculos con la institución. Hay empresas que han creado
una cultura organizacional tan popular que se convierten en el centro de los
deseos de su entorno.
Apuesta
por los de adentro, cuida, valora y promueve el talento del capital humano con
el que cuentas, desarrolla su potencial y desde luego abre nuevas oportunidades
para las estrellas externas.
Otro
elemento básico es acelerar la conexión y la conectividad humana, no hay
herramienta más poderosa de éxito organizacional que el trabajo coordinado de
sus integrantes.
Saltar
las fronteras de los puestos de trabajo, que los equipos comprendan que su
aportación es clave para el logro de los objetivos, que más allá de ocupar un
puesto de trabajo, su labor hace la diferencia.
Hay
que cuidar los equilibrios de vida, potenciar el bienestar y felicidad de los
colaboradores, generar ambientes y estrategias que permitan equilibrar los
aspectos claves de la vida.
El
cambio, la innovación y la agilidad deben ser valores entendidos y naturales
para los integrantes del equipo, el
líder lleva a responsabilidad de ser el ejemplo vivo de estos valores tan demandados
en las organizaciones modernas.
La
parte filosófica de la cultura organizacional debe reflejarse en lo que sucede
en el clima de la empresa, es común encontrarse una brecha enorme entre los que
dictan los manuales y lo que sucede en la vida cotidiana de la empresa, así que
esto es otro de los grandes retos que enfrentan los verdaderos líderes
transformadores.