jueves, 23 de abril de 2015

Hay que parar para pensar, una regla de los líderes transformadores

La dinámica de las organizaciones y de la vida misma, es rápida y con alta intensidad, nos exige poder responder casi de manera simultánea a varias tareas, acciones, decisiones que no pueden esperar, gran parte del tiempo atendemos asuntos de gran urgencia que luego hacen que dejemos pasar los que son verdaderamente importantes. Por eso creo que es necesario reflexionar al respecto y entender que los liderazgos transformadores deben detenerse con frecuencia a pensar.


Pensar, es una actividad que debemos programar, ponerla en la agenda de las actividades cotidianas, crear un clima que favorezca esta tarea para poder tener mejores resultados. Pensar nos ayuda a hacer mejor las cosas, a crear, a innovar, a poder resolver conflictos que en lo cotidiano nos agobian y dificultan los procesos. Pensar es pues, un proceso que requiere toda nuestra atención y talento para que en verdad nos ayude a mejorar nuestra estrategia de dirección.


Comparto una anécdota muy común del gran Henry Ford, este personaje que paso a la historia de la administración moderna como uno de los estrategas más importantes por su visión de largo plazo y su astucia en el manejo de los negocios y equipos de trabajo. “Henry Ford contrató a un experto en capital humano para que revisara el comportamiento de los trabajadores y determinara cuál de ellos no era productivo, recorrió entonces, toda la planta y analizó el papel de cada uno de los colaboradores, volvió a la oficina de Ford y le dijo: he encontrado solo a una persona improductiva, cada que paso cerca de su espacio de trabajo lo encuentro sentado sin hacer nada. Cuando Ford supo de quién se trataba, respondió, imposible, a ése hombre le pago por pensar y es justamente lo que está haciendo, sus propuestas y sugerencias le han significado ahorros millonarios a la empresa a través de mejorar y hacer más eficientes los sistemas de trabajo”.


Pensar es el trabajo más difícil, quizá por eso nos cuesta tanto y hay poca gente que lo hace con toda conciencia, es mucho más sencillo seguir rutinas, manuales, procedimientos, que darse a la tarea de buscar mejores mecanismo para resolver tareas. La creatividad y la innovación son proceso que requieren de detenerse a pensar y que obligan a los líderes modernos a generar espacios en donde el pensamiento crítico y reflexivo sea una constante.



Hay que detenerse un momento ante la dinámica voraz, para pensar, pues es justo en esos espacios de aparente respiro, en donde surgen chispazos creativos que nos permiten producir mejor. Un buen líder tiene que caminar con espacio sobrado de tiempo para poder pensar, responder o reaccionar dejará poco margen para planear e innovar. La claridad exige distancia, un líder que no da más de sí, no puede ser un líder transformador. Hay que evitar caer en las rutinas agobiantes que nos alejan de los intervalos de análisis y reflexión y que nos condenan a respuestas llenas de sobresaltos y urgencias. Esta es otra de las cualidades de los líderes que hoy son altamente demandados en las organizaciones modernas.

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