jueves, 9 de abril de 2015

La empatía, otra competencia clave para los líderes modernos.

La empatía, esta capacidad de comprender y comunicarse mejor con los demás, tiene una fase inicial conocida como contagio emocional y según los expertos, se produce de forma automática e inconsciente. Se manifiesta cuando imitamos, por ejemplo, las expresiones faciales, la voz, las posturas y los movimientos de otra persona. Es como si nos sincronizáramos emocionalmente con ese individuo”, afirma Pablo Fernández-Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga y fundador del Laboratorio de Emociones de dicha institución. "De hecho, y de forma innata, el ser humano imita lo que hacen los demás: sonríe si los otros sueltan carcajadas, se entristece si los demás lloran.


Entonces, ¿podemos decir que las emociones son absolutamente contagiosas? “No al cien por ciento. Pero sí existe un lenguaje inconsciente que se comunica y se mimetiza. El cerebro identifica un estímulo en el ambiente que nos rodea; en el caso de las personas, a través del rostro, donde aparecen al menos las seis expresiones emocionales básicas o universales -alegría, ira, sorpresa, miedo, asco y tristeza-. Esto es detectado por nuestro cerebro emocional, que reacciona acorde a ello”, explica el propio catedrático de Fisiología Humana en la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Mora. Es un hecho, copiamos las sonrisas.


Múltiples investigaciones han demostrado -el contagio- inconsciente de la alegría. Una de las más recientes fue la que coordinó el científico Guillaume Dezecache para la Escuela de Neurociencias de París, en la que se descubrió que la alegría no solo funcionaba en una relación de tú a tú, sino que esa transmisión inconsciente también se produce de una persona a otra a través de un intermediario. Que la alegría se detone, supone que un individuo alegre y de actitud positiva pueda, por sí solo, contribuir a un buen ambiente de trabajo en la oficina. “La emoción, si se despierta adecuadamente, es poderosa. Es como fuego, y hay personas capaces de encender esa impresión en otras en las que se encuentra apagada o de la que solo restan brasas”, afirma el doctor Mora Teruel.


En ocasiones, basta un mayor positivismo en nuestra conducta para potenciar la estima de alguien, y en otras, incluso, para sacar lo mejor del carácter ajeno por muy oculto que parezca. Así lo reconoció la psicóloga Sonja Lyubomirsky, profesora de la Universidad de California Riverside y autora del libro “Los mitos de la felicidad”, cuando junto a sus colegas Joseph Andrew Chanchellor, David Funder y Kate Sweeney, descubrió que la generosidad de unos cuantos en el ambiente laboral lograba despertar a nivel general un comportamiento más amable de forma automática.



De esta manera, los líderes modernos y transformadores, son aquellos capaces de detonar actitudes positivas en el trabajo, son empáticos con sus equipos y desarrollan ambientes de trabajo donde la solidaridad y el ánimo colaborativo son una constante reflejando mejores resultados y elevando el bienestar de las personas que forman parte de sus equipos de trabajo.

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