Diversos
son los retos que enfrentan las organizaciones modernas, pero hay uno que está
cobrando una posición preponderante: Por primera vez en la historia nos
encontramos con la participación de cuatro generaciones en las empresas, lo
cual hace que surjan dudas sobre ¿Cómo los líderes administran una fuerza de
trabajo multi-generacional? ¿Cómo hacer
convivir a los Baby Boomers (1942-1960), a la Generación X (1960-1980),
Generación Y o Millennials (1980-2000) y Generación Z (2000-2015)?
Es
evidente que al mejorar las condiciones de salud y aumentar la edad productiva
de las personas, un mayor número de generaciones van a convivir durante más
tiempo en las organizaciones. Ello se verá reflejado en una diversidad de
visiones y puntos de vista. Pero el espacio de trabajo del futuro es por
definición multigeneracional y la reflexión sobre cómo gestionarlo tiene que
ver con los estilos de liderazgo que se tendrán que ejercer.
Es
posible crear una analogía entre una organización de trabajo y una familia.
Aunque con sus peculiaridades, en una familia también conviven distintas
generaciones: abuelos, padres, hijos, nietos, etc. El aporte de cada uno de
ellos a la dinámica de familia es importantes y cada quien tiene su propio rol
y juega un papel decisivo en las decisiones familiares.
Viéndolo
desde el punto de vista de las empresas, cuánto podemos aprender y desaprender junto
a las nuevas generaciones. Al igual que en una familia existen personas que
ejercen una influencia sobre ti, te enseñan, las imitas o les llevas la
contraria, por convicción o quizás solamente porque sí; en una empresa nos
encontraremos con ese primo que nos ha enseñado a saltarnos las reglas, a ese
padre que nos ha enseñado a caernos y levantarnos una y otra vez, o a esa
abuela que prepara las mejores croquetas del mundo.
Si
bien es complejo describir en términos absolutos las competencias que
caracterizan a una o a otra generación, sí vemos algunos denominadores generales
que las diferencian. Respecto a los Milennials, tal vez las más importantes
sean la natividad digital y el cambio en la concepción del trabajo, que forma
parte de un proyecto de vida, con modelos más flexibles y no tanto “vivir para
trabajar”.
Por
otra parte, “la Generación X se convierte en una pieza clave para el engranaje
productivo de las empresas, ya que aportan amabilidad y trato social a los
Milleniales, habituados a la despersonalización de la comunicación. Mientras
que los Baby boomers suman visión y experiencia a largo plazo, así como un
mejor gerenciamiento de crisis.”
Todavía
es pronto para definir a la Generación Z, la última en estar entrando en el
mercado laboral, pero sí que algunos apuntan algunas características que los
diferencian de los Milennials, como por ejemplo, la concepción del trabajo, aún
más radical que la de sus predecesores, el “76% sueña con que su hobby se
convierta en su fuente de ingresos”. Otra característica que los define es que
se trata de usuarios visuales “que han desarrollado un compartamiento
multipantalla (5 dispositivos, vs 2 en el caso de los Millennials), seducidos
por la imagen”.
Por
todas estas razones, una plantilla con dimensiones multigeneracionales, es uno
de los activos más importantes con los que cuentan las empresas modernas. Nunca
antes habíamos tenido la oportunidad de contar con perfiles tan distintos y
diversos. La variedad de opiniones resultante de la experiencia y el
conocimiento de unos, y las ganas de innovar y el entusiasmo de los otros, si
se gestionan de forma efectiva, contribuirán a la generación de valor en las
empresas. Así que bienvenido un nuevo reto para los líderes transformadores.
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